Cementerios y Elefantes
Cuenta la leyenda,
que cuando los elefantes sienten que su vida llega a su fin, abandonan la
manada para dirigirse a "un lugar" donde descansar por última vez
(suele ser cerca de un río o un lago), dando origen a los ya conocidos desde la
segunda mitad del siglo XIX por cazadores y buscadores de marfil, como cementerios
de elefantes.
¿Conocíais la
leyenda? ¿Habíais oído alguna vez hablar de ella?
Pues bien, en
pleno siglo XXI, en la Europa moderna, en la actualidad de la España de pan y circo en la que vivimos, para ser más exactos, veo a diario este majestuoso despliegue de elefantes
procesionando en sus últimos años de vida laboral, acomodando su descanso.
Cuando acabas la carrera, tu primera preocupación es poder dedicarte a aquello para lo que te has preparado, tu vocación, cosa cada día más difícil en los tiempos que corren. Muchos os sentiréis identificados si os cuento como mis profesores se encargaron de recalcar, una y otra vez, que tenían su contrato bajo el brazo incluso antes de acabar su carrera (nos vayamos a
olvidar de que estas cosas antes sí que pasaban). Siguiendo el supuesto de esta época, saldrías con muchas ganas de
trabajar y de dedicarte activamente a la enfermería y tu primer contrato es
en un hospital. Si es en urgencia, quirófano o UCI mejor, que parece que dan
más vidilla y que el reconocimiento social es mayor. Aguantas durante años
altos niveles de exigencia y turnos y horarios antinaturales, que a veces
parecen hasta incompatibles con la vida social (o la vida en general). Cuando
has cumplido tu cometido como profesional, los años de “experiencia” te impiden
mantener estos niveles de vida tan exigente, no soportas más los turnos de
noche, ni el caos de una planta, el desorden de las urgencias o las horas
interminables de pie instrumentando una operación…Pero no pasa nada, para ellos
es el momento de la enorme recompensa por su ardúa labor, les damos una plaza
en atención primaria, porque tomar la tensión, la glucemia y el peso, todos
sabemos y así podrá librarse de las tardes, de las noches, de los fines de
semana y festivos…. ¿Idílico verdad? ¿Os suena de algo?
Seguimos…esta misma
mañana, conversando con una paciente (o cliente, como los llaman ahora), al
conocer que mi período formativo y por lo tanto mi contrato concluyen en mayo,
me ha preguntado “¿y qué te gustaría hacer ahora?” “Pues trabajar en atención
primaria que para ello me he formado” “¿De verdad te gusta el centro de salud?
Mira que yo he sido celadora aquí y te juro que no puedo con tanta pasividad…eso
de llegar, hacer dos cosas y pegarte el resto del día sentado esperando que
llegue tu hora para irte no va conmigo, por eso he vuelto al hospital”
Señoras y
señores, esta es la realidad que estamos creando, la imagen que la población se
lleva de lo que es el pilar y la base de la sanidad, el primer nivel asistencial y la primera toma de contacto con nuestra población. Estamos acostumbrados a la
figura del enfermero de primaria “tipo” de
más de 50 (y de 60 ) años (perdonen mi generalización, no quiere decir que
existan grandes profesionales de primaria que se entreguen con devoción a su
labor) que condicionan a que todo lo que baje de ese umbral etario, pasa a
formar parte del grupo “inexpertos”. ¿Cuántas veces no os han dicho, “Uy, a ver
si tienes suerte (sacando sangre) que eres muy nueva” “A mí, mi enfermera eso
nunca me lo ha hecho” “Yo siempre lo he hecho así y mi enfermero no me dijo que
lo haga mal” “Mejor me cura una de las enfermeras de verdad, que tú eres muy
joven”… y así podría pasarme días narrando episodios que hemos tenido que
soportar, sin que te dejen demostrar que puedes aportar energía y frescura para
avanzar, mejorar, evolucionar en la enfermería del “esto siempre se ha hecho
así”.
Si seguimos
sumando tenemos: unos profesionales que dormitan en el centro de salud
esperando su pasaporte a la felicidad eterna del descanso indefinido, una
población dependiente de estos profesionales que sólo los molestan una vez al
mes y con suerte nos olvidamos en menos de 10 minutos de la consulta de la que
acabamos de salir y unos profesionales que han empleado años de formación, dos
años de especialización y preparación, inversión económica y formativa, que se
ven de nuevo en la bolsa general, compitiendo desde cero por “algún puesto” de
enfermero, olvidándonos de que la clave está en nosotros, los especialistas. Todo
ello crea un clima de desconfianza hacia lo nuevo, impidiéndonos avanzar, y la
mayoría de las veces son nuestros propios compañeros de profesión los que se
encargan de colocar un techo de cristal que no nos deja crecer.
Estamos preparados
para trabajar promocionando la salud y previniendo la enfermedad. Somos
personas emprendedoras, con ganas, con ideas frescas, con ilusión por la primaria.
Todos somos enfermeros, tal como podemos leer en nuestra titulación académica,
pero no todos somos especialistas en Enfermería Familiar y Comunitaria, el
apellido hay que ganárselo. Para brindar cuidados de calidad, tenemos que
empezar a formar cuidadores de calidad.
Por ello, cuando
me preguntan “¿tú pinchas y tomas la tensión no?”, me doy cuenta del error tan
grande que se está cometiendo, de lo mal que estamos haciendo las cosas y de lo
rápido que está empeorando, pisoteando nuestra pasión y pisoteando esta enorme
profesión que carece de reconocimiento y de bolsa propia en la mayoría de las
comunidades autónomas.
Y sí, pincho y
tomo tensiones, también doy pautas de alimentación saludable, enseño a comer a
mis pacientes diabéticos, les ayudo a identificar señales de alerta a
hipertensos y diabéticos, consensúo pautas a seguir con mis pacientes, sé
actuar ante situaciones de urgencia, se escuchar lo que me quieren contar y se
interpretar lo que no me cuentan, e intentar acercar los recursos de los que
disponen a quienes lo necesitan, he visto evolucionar y curar úlceras que creía
imposibles probando y errando,consultando a compañeros, investigando en bases de datos los diversos métodos que se han
llevado a cabo en otros sitios y he aprendido de las que no han evolucionado
favorablemente,he incorporado consejos y técnicas de mis compañeros y he anotado aquellas actuaciones que nunca debería de hacer, hemos impartido talleres de alimentación y ejercicio, hemos
visto como una veintena de chicos y chicas nos prestaban atención mientras les contábamos
en qué consiste la RCP, vacunamos en los colegios y aprovechamos para hacer
hincapié en la importancia de la salud sexual, llevamos a cabo programas de
detección precoz de diversas patologías, captamos a la población de riesgo de
HTA, diabetes o EPOC, colaboramos en la prevención del síndrome de desuso,
ayudamos en el afrontamiento de situaciones complicadas…pero lo que más nos
orgullece es que nos han formado para “acompañar” a las personas a lo largo de
toda su vida, desde que nacen (niño sano, vacunas, revisiones periódicas), se
desarrollan y llegan a la vida adulta, dotándolos en todo momento de autonomía,
creando personas independientes, lejos del modelo de dependencia sanitaria e
hiperfrecuentismo que tenemos en la actualidad.
Comencé a
escribir en este blog a dos meses de empezar esta increíble aventura, así que
hoy puedo decir alto y claro que soy enfermera Especialista en Enfermería
Familiar y Comunitaria y estoy preparada para realizar mi trabajo, para seguir
aprendiendo cada día y seguir evolucionando para poder brindar mis cuidados con
la mayor calidad posible. Esto es la Enfermería de Atención Primaria y no puedo estar más orgullosa de formar parte de esta enorme profesión. Soy una de las 1101 especialistas que lucha por ganarse un
lugar en este sistema sanitario, sabiendo que los huesos de marfil pesan,
pero que entre todos podemos despejar el cementerio para disfrutar de la frescura del río y la belleza del paisaje que juntos hemos creado.
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